EL·LA

02/09/2024

14 años. Catorce años de amor incondicional, de amistad, de lealtad. Y qué poco tiempo me parece ahora. 
El•la fue una perra buena, obediente, cariñosa, alegre, juguetona. Siempre tenía un lametón para todo el mundo, una caricia incluso para los desconocidos. Llegó a mi vida con 3 meses y desde entonces, día a día, me ha hecho respetar y querer a todos los animales. Cuando conocí a El•la yo era de los que pensaba que era complicado querer tanto a un perro como a una persona. Ahora es cuando no entiendo cómo podía pensar eso.
Mi vida estos últimos 14 años ha estado ligada a ella. Porque todo o casi todo lo que he hecho ha sido pensando en ella: mis viajes, las excursiones, los paseos, los restaurantes u hoteles dog-friendly… Mi vida ha sido mejor, sin duda. Porque me ha hecho reír, llorar, caminar, correr, nadar, levantarme. Me ha hecho enormemente feliz y espero haberla hecho yo feliz a ella. No sé si podré acostumbrarme a esta nueva normalidad, levantarme sin verte, sin pasearte, tu cama, tu pienso, tu olor, los paseos sin ti, tomar algo sin ti. Ya no se oirán tus ladridos, tus jadeos, tus pasos, tus gruñidos.
El•la ha sido una perra feliz: ha viajado, jugado, corrido, nadado en el mar, ríos, embalses, charcos, ha visto nieve, visitado playas, ciudades, campos y montañas y, aunque sus últimos momentos me han destrozado el corazón, hubiera soportado aún menos que El•la se hubiera ido de este mundo con sufrimiento o con dolor. Porque no lo ha conocido en vida y no quería que ahora lo sintiera. El•la no merecía menos.
Desde luego, hasta ahora lo más difícil en mi vida: decirte adiós abrazado a ti. Porque te quería, te quiero y te querré siempre.
Te echaré tanto de menos. Te quiero tanto. Ojalá volvamos a encontrarnos.