Dejarte marchar ha sido la experiencia más difícil que recuerdo, pero también ha sido un acto de amor que te merecías por encima de todo.
En estos maravillosos 18 años juntos, nos has demostrado tu fortaleza y tus ganas de vivir. La casa ya no es lo mismo sin ti, tu ausencia duele y se nota en cada rincón. Pero sé que, de alguna forma, sigues conmigo, cuidando de nosotros y de tus compañeras perrunas.
Nosotros te recordamos cada día. Viendo tus fotos y vídeos no podemos evitar sonreír porque se te ve feliz jugando con tu vaca, en los paseos por la playa y en casa, siempre a mi lado, allí donde yo iba, tú me seguías.
He sido muy afortunada de tenerte, y cada minuto a tu lado ha sido un regalo. Gracias por cuidarme hasta el último de tus días y por ser el motor de mi vida. Solo espero que te haya hecho tan feliz como tú me hiciste a mí, y que supieras que siempre intenté hacer y darte lo mejor. Perdóname si, en algún momento, no estuve a la altura.
Te llevo en el corazón y sé que algún día nos volveremos a encontrar, en el arcoíris, porque estamos unidos, por siempre, por un hilo rojo invisible que jamás se romperá.
Siempre serás mi bebé y yo siempre seré tu mami. ¡Te querremos siempre, Lucky!
Cris y Kenneth, y tus amigas perrunas, Cookie y Michi